A los riesgos que ya de por sí asumen los intrépidos motoristas de trial se suma un peligro más que, por ley, no pueden eludir: las matrículas de una dimensión desproporcionada y con aristas cortantes. Actualmente, las motos de montaña están obligadas por el reglamento general de vehículos a llevar las mismas matrículas que las motos de carretera. Los amantes de las motos de trial exigen que se cambie la normativa, ya que este tipo de placas son innecesarias y poco apropiadas, si se tiene en cuenta que las peripecias y acrobacias que realizan les cuesta más de una dura caída. Piden unos identificadores más pequeños y romos, una reclamación que se ha extendido entre los aficionados al motocrós y el enduro.

El trial es un deporte que se realiza con un vehículo motorizado fuera de carretera que consiste en sortear diferentes obstáculos partiendo de una velocidad casi nula basándose, principalmente, en el equilibrio. Las motos utilizadas son ligeras, estrechas, bajas y no tienen asiento. A pesar de realizar una actividad muy específica en zonas sin tráfico, la matriculación se rige por las mismas normas que las de carretera. Las placas tienen unas dimensiones de 22 centímetros de alto y 16 de largo. En las motos de trial, la placa sobresale por ambos lados del guardabarros y, además, la chapa con la que están fabricadas corta con facilidad.

El secretario general de la Asociación Nacional de Empresas del Sector de Dos Ruedas (Anesdor), José María Riaño, alerta de que en la práctica del trial las caídas son tan frecuentes que el riesgo de topar con la matrícula es muy alto. El cambio del reglamento es una vieja reivindicación del sector.