El balance de ventas discográficas del 2003 pinta un paisaje desalentador para los superventas españoles, que llevan varios años capitalizando el mercado pero cuya curva comercial registra una caída muy pronunciada. La Mesa Antipiratería ha denunciado esta semana un índice de comercio ilegal del 51%, una cifra inaudita y desorbitada que ilustra la desolación de los ejecutivos del sector, que revisan a la baja sus cifras de negocio.

Los últimos años 90 y el arranque del nuevo siglo trajeron una polarización del mercado: unos pocos superventas acapararon las grandes cifras de ventas frente a la minorización del resto de los artistas. Cifras de entre medio millón y un millón de ejemplares estuvieron al alcance de Jarabe de Palo, Rosana, Estopa, La Oreja de Van Gogh, Dover, Manolo García, Hevia... Y Alejandro Sanz, claro. Pero, para todos ellos, el pastel se ha reducido drásticamente. Sanz, aunque castigado por la piratería, mantiene su tirón con 800.000 ejemplares de No es lo mismo . Pero otros artistas populares han redimensionado radicalmente sus expectativas.