Corren tiempos de ahorro energético y control medioambiental. Por lo del cambio climático. Y corren para todos. También para la construcción y las obras públicas. De esa evidencia nació en mayo del 2006 el grupo europeo Sustcon, acrónimo inglés de Construcción Sostenible, formado por centros de investigación y empresas de una decena de países (básicamente pequeñas compañías holandesas y alemanas, aunque las grandes constructoras españolas ya han puesto el ojo) con el objetivo de encontrar sistemas y materiales para construir más barato y con menor impacto ambiental. Y los elementos del proyecto están sobre la mesa desde hace tiempo: residuos de construcción y demolición para hacer carreteras y hormigón; neumáticos usados para hacer polvo de caucho y escoria de acero, ambos para construir carreteras.

"Se trata de aprovechar los residuos en obras públicas y de hacer hormigón incluyendo una parte de material de derribo, bien seleccionado y tratado. De esta forma, se busca un tipo de hormigón con menor impacto medioambiental y energético", dice Enric Vázquez, catedrático de Ingeniería de la Construcción de la Universidad Politécnica de Cataluña y uno de los máximos expertos mundiales en residuos.

El Gobierno central hace tiempo que estudia la cuestión sin decidirse, pero ha recomendado que sean las autonomías, en las carreteras que ellas controlan, las que abran la veda, porque esas vías tienen menos tráfico.

En Europa se acepta desde hace años un hormigón con el 20% de residuo, mientras que en España no se legalizará hasta el próximo año. Y reciclan los holandeses (un 90%, porque no tienen piedra y su suelo está formado por depósitos fluviales), los alemanes (la base de las carreteras se hace con residuos), los daneses, los belgas, los franceses y los ingleses (en Londres hay edificios de ocho plantas con un alto porcentaje de residuos en el hormigón).

"También en Madrid. Allí, cuando necesitaron material para los cinturones abrieron la espita. Se recicla a lo grande".