Se titula 'Miradas que ilusionan' y, con siete triángulos, se forma un árbol de Navidad. Pero en esa portada de catálogo de juguetes hay algo distinto. Cuatro de los triángulos corresponden a imágenes de muñecos y, los otros tres, a ojos de niños. Y uno de esos tres es de una niña con síndrome de Down. Es el catálogo de la empresa valenciana Toy Planet, la primera que decide ir más allá en la inclusión de estos pequeños.

La firma no es novata en responsabilidad social. Lleva 11 años colaborando con la organización internacional Aldeas Infantiles. Toy Planet dona el 0,7 % del total de las compras que realizan los consumidores en las tiendas físicas y online. Plantearse que había cosas a mejorar les llevó, cuatro años atrás, a hacer un catálogo que desterrara el sexismo entre juegos y muñecos y, desde las fiestas navideñas de 2016, a incorporar modelos con Down, explica su director general, Ignacio Gaspar.

Reclamación de la clientela

“Así como la solidaridad con Aldeas Infantiles nos nació a nosotros, el hecho de no discriminar los juguetes por razón de género fue la respuesta a múltiples comentarios que recibimos a través de las redes sociales de nuestros clientes”, recuerda Gaspar. El paso siguiente fue incorporar a los chicos con esta discapacidad en los folletos publicitarios.

El catálogo de este año tiene 203 páginas y se puede consultar por internet. Nada más abrirlo aparece la colaboración con la asociación Down España. “Miradas que ilusionan”, Toy Planet colaborador de Down España. Y los ojos sonrientes de varios menores, algunos de ellos con esta discapacidad intelectual.

Motos rosas con chicos a bordo

“Fueron ellos los que se comunicaron con nosotros y nos pareció una idea excelente”, comenta el gerente de Down España, Agustín Matía, que a través de sus asociados en Valencia contactaron con familias dispuestas a que los menores participaran en la sesión fotográfica. “La mirada de los niños no es segregadora. Lo vemos en el colegio, donde nuestros pequeños con Down juegan y tratan con el resto con toda normalidad. Ese mensaje es el que queremos trasladar al resto de la sociedad, esa es la virtud de la campaña de esta compañía de juguetes”, valora Matía.

Las primeras páginas del catálogo se dedican a los más pequeños. Aparecen menores con esta enfermedad y, como el resto de modelos, se relacionan indistintamente con el rosa y el azul; con las ruedas de camiones y las cocinas; con las muñecas y los sacos de boxeo. Un niño de poco más de dos años subido a una moto rosa y lila o un poco más adelante una niña entreteniéndose con un camión portacoches. Niños con casitas de madera, acunando muñecas, arrastrando un cochecito de muñecas.

Orgulloso de los avances

El destierro del machismo no se queda en las imágenes de los más pequeños. Las fotografías muestran a chicos de nueve años peinando a una amiga o jugando con otras a hacer pulseras de cuentas. U otra niña maquillando a un colega. Perros y gatos son paseados por chicos y chicas, con síndrome de Down y sin.

Matía sostiene que en los últimos años se ha hecho un buen trabajo de normalización con los discapacitados y se declara orgulloso de los avances. No obstante, todavía es preciso un “cambio de enfoque” y la “presencia social permanente” de estas personas en todos los ámbitos, también en los catálogos de juguetes.

Taladro en mano

Un chaval disfruta con una cabeza de caballo de fantasía. Es rosa. Y a la hora de hacer la compra con los carritos simulados, poner la lavadora o situarse detrás de los fogones de plástico, lo hacen los del sexo masculino y femenino. O se ponen a coser. Y el (supuesto) contraste se da al ver a las niñas con un set de Bomberas, un serrucho de bricolaje o la máquina de taladrar.

Dos chavales de no más de ocho años juegan a tomar el té mientras en la página contigua una niña con Down ausculta a su amiga con un maletín médico. Unas gemelas construyen un puzzle en 3D de la torre Eiffel. Chicas con coches, trucks y motos de trial, robots transformables, grúas de construcción, luchando con espadas láser o disparando para cazar ovnis junto a su padre.

Que con los deportes hace años que se dio el paso está más o menos superado. Se presenta a las chicas jugando a básquet o futbol, pero también dando puñetazos a una punching ball.