Todo el poder icónico del emblemático Hotel Plaza de Nueva York ha quedado de manifiesto los dos últimos días. Cerrado en abril del año pasado para ser reconvertido en un hotel mucho más pequeño y en 182 apartamentos de lujo --y de precios de hasta 26 millones de euros--, el edificio situado en la calle 59 demostró su peso histórico el pasado miércoles en una subasta de Christie´s donde las ganancias obtenidas doblaron las expectativas de los organizadores.

El martes por la noche, el glamour de los viejos tiempos se apoderó de la sede de la casa de subastas en el Rockefeller Center, donde una fiesta replicó el memorable Black and White Ball organizado en 1966 por el escritor Truman Capote.

"Obviamente mucha gente quería un trocito del Plaza", explicó, satisfecha, Cathie Elkies, la directora de la puja, que recaudó cerca de 1,4 millones de dólares en lugar de los 615.000 previstos. Se vendieron desde zapatillas hasta el piano de cola del Oak Bar, viejos menús, uniformes de porteros y señoras de la limpieza y muebles de habitaciones ocupadas por invitados ilustres como Frank Lloyd Wright.

La fiesta celebrada el día anterior estuvo marcada también por un inevitable clima de nostalgia. Vestidos de escrupuloso blanco y negro y enmascarados, invitados como el artista Jeff Koons, los diseñadores Mark Badgley y James Mischka compartieron el recuerdo de otros tiempos con miembros de la alta sociedad neoyorquina como Wendy Vanderbilt, una de las personas que asistieron a la fiesta original que Capote organizó para celebrar el éxito de A sangre fría y homenajear a la editora del Washington Post Katharine Graham.