España se ha convertido en un país de diplomados y licenciados en enseñanza superior. El porcentaje de españoles entre 25 y 34 años con estudios superiores (universitarios o de FP de grado superior) era del 38% en el 2003, nueve puntos por encima de la media de los países de la OCDE. Ese índice supera al del Reino Unido (33%) y Francia (37%), casi dobla al de Alemania (22%) y triplica al de Italia (12%). En la generación que cuenta entre 45 y 54 años, el porcentaje de españoles en posesión de un título superior se cifra en un 18%, lo que permite apreciar el avance registrado en este terreno.

Claro que no todo son ventajas, el responsable del documento Miradas sobre la educación , Andreas Schleicher, atribuye a la "masificación" de las universidades españolas la constatación estadística de que el título no franquea en España tantas puertas como en otros países miembros de la OCDE. Ni a menudo proporciona a sus dueños una retribución económica por encima de la que reciben otros trabajadores con una cualificación académica inferior.

La afirmación se basa en que un 82% de los que disponen de un título de Bachillerato o de FP de grado medio trabaja, mientras que entre los titulados superiores el porcentaje baja hasta el 80%. Los que únicamente han completado la ESO y logran un empleo equivalen al 70%. La ligera diferencia a favor de los titulados en secundaria postobligatoria que se detecta en España se explica porque se trata de uno de los países de la OCDE con mayor tasa de paro, un factor al que hay que sumar la elevada población universitaria. Pero las desventajas iniciales para los universitarios se reducen con el tiempo, con lo que también en España quienes frecuentan las aulas universitarias o de FP de grado superior acaban obteniendo más y mejores empleos.