TRteducir a la mitad en el año 2015 el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a 1 dólar por día, y el de las personas que padecen hambre". Ese es el primer objetivo que se marcó la Cumbre del Milenio, cuando reunió en la ONU a 189 jefes de Estado y de Gobierno, con objeto de transmitir un mensaje claro y contundente: la erradicación de la pobreza en el mundo debería ser una prioridad de todas las naciones.

Hoy, el día en que termina una semana de movilizaciones contra la pobreza en el mundo, y siete años después de que se firmaran los llamados Objetivos del Milenio , cerca de mil millones de personas continúan viviendo con menos de 1 dólar al día; más del 20% de la infancia en edad escolar está por debajo de su peso; en América Latina y el Caribe, así como en el Africa subsahariana, el 20% de la población representa el 3% del consumo nacional; y más de 2.000 millones de personas dependen únicamente de la agricultura para satisfacer sus necesidades alimenticias.

En el año 2000, cuando se plantearon los Objetivos del Milenio, 840 millones de personas pasaban hambre en el mundo. Si todo continúa desarrollándose como hasta hoy, y no se arbitran medidas para impedirlo, en 2015 dicha cifra se habrá reducido a 800 millones, en vez de los 420 que se plantearon en la Cumbre.

¿Qué está pasando? ¿Por qué nos cruzamos de brazos ante la evidencia de que la mitad de la población del planeta vive de espaldas a las terribles condiciones de vida de la otra mitad? ¿Podríamos hacer algo? ¿Erradicar la pobreza extrema y el hambre no es cosa de todos?