Las autoridades birmanas, que elevaron hoy a 3.969 el número de muertos a causa del paso del ciclón tropical Nargis por el sur del país, temen que la cifra de fallecidos suba a los 10.000, mientras la ONU calcula en cientos de miles los desplazados. "El dato confirmado son 3.969 muertos, 41 heridos y 2.879 personas desaparecidas", informó la cadena de televisión MRTV.El estado de emergencia impera desde el pasado sábado - cuando el ciclón golpeó con más fuerza- en las regiones de Rangún, Irrawaddy y Pegu y los estados de Karen y Mon. Helicópteros gubernamentales han sobrevolado desde el domingo ese territorio, cuya población lleva dos días sin suministro de agua y luz y con problemas de abastecimiento de productos básicos.

El ministro birmano de Asuntos Exteriores, Nyan Win, reunió hoy al cuerpo diplomático y a representantes de la ONU para exponerles la grave situación y les dijo que el número de víctimas mortales puede llegar a las 10.000 personas.

Naciones Unidas, Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y otros países se han ofrecido para auxiliar a las víctimas birmanas. "Varios cientos de miles de personas necesitan alojamiento y agua potable para beber", dijo Richard Horsey, de la Oficina Coordinadora de Asuntos Humanitarios de la ONU en Bangkok, aunque no pudo ser más preciso sobre la cifra de personas damnificadas.

Rangún, la antigua capital birmana y la mayor ciudad del país, pasó la jornada sumida en el caos, mientras su población de cinco millones de habitantes intenta, con sus propios y escasos medios, llevar a cabo las tareas de desescombro y reparación que eluden el Ejército y las instituciones estatales birmanas.

Por las aceras hay un continuo trasiego de personas que van de un lugar a otro con barreños y bidones de plástico en busca de un lugar en el que proveerse de agua. Niños con sacos al hombro rebuscan entre los escombros de los edificios derrumbados. "Nadie nos está ayudando, absolutamente nadie", se queja un birmano que dice llamarse Thaing, y que con una sierra corta un enorme tronco que bloquea el acceso a su comercio de ropa.

No muy lejos, un grupo de soldados vestidos con su uniforme color verde oliva retiran escombros del cuartel, mientras otros que parecen oficiales se resguardan del ardiente sol sentados bajo dos camiones militares.

En Rangún, parece como si hubiera tenido lugar una batalla: Miles de árboles caídos, desarraigados por los fuertes vientos que alcanzaron una velocidad superior a los 190 kilómetros por hora, entorpecen el paso por la calles, sobre las que abundan los cascotes de los miles de tejados arrancados por el ciclón. "Esta madera es buena para leña", explica un joven que con ayuda de otros dos corta en trozos uno de los muchos árboles que jalonan el largo trayecto desde el aeropuerto hasta el centro de la antigua capital, donde algunos comercios abrieron hoy sus puertas.

Las colas de automóviles que aguardaban turno para repostar en las estaciones de servicios son interminables y contribuyen a empeorar el monumental atasco.

El aeropuerto internacional de Rangún, cerrado desde el sábado a causa de una avería en el sistema de señalización, fue reabierto hoy al tráfico aéreo, lo que permitió la llegada del primer avión procedente de Bangkok, la capital tailandesa.

n Bangkok, la Organización Mundial de la Salud, UNICEF y otras agencias de la ONU implicadas en la respuesta a los desastres naturales se reunieron hoy para examinar la situación y coordinar un plan de acción. La Federación Internacional de la Cruz Roja, presente en la reunión, ha establecido un fondo de emergencia de 200.000 francos suizos (123.168 euros ó 190.393 dólares) para los damnificados, mientras sus cooperantes en Birmania ya distribuyen auxilios básicos entre los afectados, como plásticos con los que cubrir los tejados que arrancó el ciclón, o pastillas para potabilizar el agua, además de mantas y ropa.

Los cortes de teléfono y la ausencia de Internet, que al menos tardará dos o tres días en restablecerse, también dificultan los trabajos.

Pese a los grandes daños y la situación, la Junta Militar mantiene inalterable su plan de celebrar el sábado próximo el referéndum al que someterá el borrador constitucional en el que ha trabajado desde 1993 sin contar con la oposición democrática.