El polen de las ubícuas plantas gramíneas que crecen en los solares abandonados de las ciudades, o que cubren de césped los parques urbanos, ha adquirido una capacidad tan elevada de causar alergias que ha superado al tradicional poder reactivo atribuido a los campos de trigo, avena, cebada o maíz, terrenos gramínicos históricamente prohibidos en primavera para un alérgico. La causa de esa transmutación es la carga grasienta que recubre al polen de ciudad cuando entra en las narices humanas, una capa formada por las diminutas partículas de dióxido de carbono (COcp0652) que lanzan los tubos de escape de los coches.

Esta constatación, expuesta ayer en Barcelona por la alergóloga Alicia Armentia, del Hospital Río Hortega de Valladolid, convierte en un sinsentido el clásico mensaje --"no vaya usted al campo en días de viento si es alérgico al polen"-- con que los médicos abren sus consultas en cada cambio de estación. La doctora Armentia, que ha investigado el cambio experimentado por los pólenes españoles expuestos a la contaminación ambiental de las ciudades, propuso a sus colegas de la Societat Catalana d´´Alergologia i Inmunologia, que la habían invitado, un cambio radical en las sugerencias que dan a sus pacientes.

ESTUDIO CON ESPIGAS "Quizás no deberíamos desaconsejar que los alérgicos al polen de gramíneas vayan al campo --indicó--. La polinización de ciudad es peor, y está provocando más reacciones cutáneas que la rural". Las conclusiones de esta especialista, considerada una autoridad en pólenes alergénicos, forman parte de un minucioso estudio realizado en su hospital a partir de la recolección de 40 kilos de espiga silvestre, un trabajo para el que pidió ayuda a los ancianos de varias residencias de su ciudad. "El polen rural no segado y libre de insecticidas tiene una más baja capacidad alergénica que el sometido a las partículas diesel de los coches --detalló la especialista--. El dióxido de carbono provoca en el polen una reacción semejante a la de su periodo de polinización (paso polínico del aparato masculino de las plantas al femenino), un fenómeno que aumenta las alergias".

Esa transformación, dijó Armentia, afecta de igual forma a los tomates de ciudad rociados con sustancias que inducen que todas las plantaciones maduren a la vez y con similar tamaño. "Esos tomates están estresados y su poder alergénico es muy alto", alertó.

Otro supuesto que ayer quedó destruido, oyendo a la doctora Armentia, es el que dice que vivir en pisos altos protege a las personas alérgicas al polen de las plantas.