Sabine Dardene, una de las dos víctimas del pederasta Marc Dutroux que fue liberada con vida, pudo ayer, al fin, plantear la pregunta que le ha obsesionado los últimos ocho años: "Quisiera preguntar una cosa a Marc Dutroux. Quisiera saber, viniendo de él, que se quejaba de mi mal carácter, ¿por qué no me liquidó?", dijo al acabar su testimonio.

"Reconozco haber abusado de ella y me hago responsable, pero nunca me planteé liquidarla", respondió con frialdad Dutroux, mirándola fijamente desde el interior de la cabina con cristal a prueba de balas. Dutroux está siendo juzgado desde el 1 de marzo por el secuestro y la violación continuada de seis niñas y adolescentes y de la muerte de cuatro de ellas, un caso que conmocionó y aún conmociona a Bélgica.

La tan esperada respuesta no convenció a la joven de 20 años en que se ha convertido Sabine, que por primera vez tras su liberación pudo enfrentarse cara a cara con su secuestrador como deseaba. "No resulta nada convincente", replicó.

Sabine rechazó también con firmeza la tardía petición de perdón de la cómplice y esposa de Dutroux, Michelle Martin. "Usted sabía dónde estaba yo y con quién, y lo que él ha hecho. Lo siento, pero su petición de perdón no la acepto", afirmó.

Sabine, secuestrada 80 días cuando tenía 12 años, ha quedado marcada por una obsesión por la muerte, que le fue inculcada por Dutroux para manipularla y presentarse como su protector. "Me dijo que me había salvado la vida y que había un gran jefe malvado que estaba resentido contra mi padre y que me quería matar", explicó. Precisó que se sintió "contenta" cuando fue conducida al zulo. "Me dije aquí no me van a encontrar´", dijo.

Durante la vista, la madre de Laetitia y Paul Marchal --el padre de An Marchal, una de las asesinadas-- se sintieron mal e ingresaron en el hospital.