THtace poco un tal Li Huiyan , un granjero chino, tuvo una original idea. Contrató a treinta obreros durante seis meses para que excavaran en su cocina con el objetivo de profundizar hasta encontrar aguas subterráneas. Lo que deseaba el bueno de Li era poder pescar sin salir de casa. Al parecer, treinta años atrás hubo un río que corría libremente próximo al terreno en el que ahora se encuentra su casa, pero las autoridades decidieron cubrirlo para construir un camino. Aquel río tenía numerosos peces y la pesca con red era habitual en él. Así que el granjero decidió profundizar unos quince metros entre el frigorífico y la encimera para buscar pececitos. Y no le ha ido mal, porque cada día desciende desde su cocina hasta el fondo del pozo para echar una red con la que ya ha conseguido pescado que ha vendido por valor de 3.300 dólares. Me da la sensación de que el tal Li pensó que era inútil pedir explicaciones a los que habían acabado con su sustento piscícola y que lo mejor era embarcarse por su cuenta en aquella obra de ingeniería hidráulica en plena cocina. Y le salió bien, tan calladito. Ni le rechistaron las autoridades, porque parece que lo que se lleva es dejar vivir cuando uno no protesta. Y eso es lo que prefieren algunos dirigentes vascos. Que nos construyamos un pozo en casa, sin hacer ruido, y nos dediquemos a la contemplación, principalmente las viudas. Porque, según la dirección del PNV, en ocasiones "es mejor que las viudas no hablen", no sea que se escuche el sonido del agua. Hay tipos que buscan ríos perdidos en agujeros y otros que sólo sirven para tapar agujeros con mierda. Los primeros me provocan ternura. Los últimos me dan asco y mucho miedo.