Las personas involucradas en la historia en la que tres valientes evitaron el martes que un hombre de 40 años matara a su expareja en las cercanías de la Sagrada Familia prosiguieron ayer con sus vidas con sentimientos encontrados. Natalia, la víctima, de 39 años, regresó con su hijo y su madre, a su casa del barrio de Navas, tras recibir el alta médica. Jesús María Poncela, su expareja y agresor, avistador de aves, será conducido hoy ante el juez de guardia tras pasar 24 horas en la comisaría de Les Corts. Wilson, el ecuatoriano que refugió a la víctima en su coche, no estaba anoche en su casa de Hostafrancs y se enteró por un periodista de que la Consejería de Interior le ha concedido una medalla al mérito policial. La misma que le darán a Miguel Angel, el oficinista que reprendió al agresor blandiendo unos papeles. En cambio, Interior se ha olvidado de Rafael, el inspector del gas que fue quien realmente agredió y noqueó al maltratador desde un primer momento y a quien nadie condecorará. "No pasa nada, sé que fui yo quién le salvó la vida. Ya soy un héroe en mi casa".