Es un ciudadano del mundo. Alguien que se niega a escoger entre Oriente y Occidente, porque se reivindica como la suma de sus experiencias. Amin Maalouf , novelista y ensayista, nacido en Beirut en 1949 en una familia de origen cristiano y exiliado en París desde el año 1976, fue elegido ayer Premio Príncipe de Asturias de las Letras por su "capacidad literaria", faltaría más, pero también, y ahí está la importante diferencia: "por su pensamiento que abre un espacio a la convivencia y la tolerancia".

En su domicilio parisino, Maalouf se muestra feliz. "Me siento muy honrado", dice. España es la patria de origen de su más popular personaje, el granadino Hasan bin Muhammed, bautizado por el Papa como León el Africano. "Siento la cultura española muy cercana. Me interesa especialmente el encuentro de civilizaciones que se produjo en la Edad Media, cuando las tres grandes religiones cohabitaron y produjeron una cultura muy fecunda". Para el autor en una época en la que estos encuentros son tan difíciles es importante recordar, simplemente, que fueron posibles. "No es que haya que extraer lecciones del pasado, pero sí se trata de una idea muy poderosa como símbolo".

Ese símbolo --"es necesario construir mitos positivos para neutralizar los negativos"-- parece hoy más necesario que nunca tras el ataque del ejército de Israel a la flotilla de ayuda a Palestina: "No soy un ingenuo. En el mundo de hoy reina la confusión, pero no podemos perder la esperanza, resignarnos a vivir en la violencia. Incluso si creemos que vamos directos al desastre, debemos forzarnos a encontrar soluciones para la paz", comentó ayer desde su casa parisina. Y ahí se pone en marcha su visión globalizadora: "Por mi temperamento no estoy por el boicot. Creo que es una opción respetable pero no es la mía. El mundo árabe está bloqueado a causa de este conflicto que envenena al resto del mundo".

Para comprender el pensamiento de Maalouf es necesario conocer su biografía, marcada por su nacimiento en Beirut, la ciudad de la diversidad religiosa por excelencia. El autor creció en una familia de maestros de escuela. Los Maalouf profesaron el catolicismo hasta que en el siglo XIX se pasaron al protestantismo. Sus primeros años transcurren en Egipto, lo que marca su cultura nómada y minoritaria que se desarrolla en árabe y francés, la lengua de su madre, que acabará siendo la suya propia al crear. El futuro escritor estudia sociología y ciencias económicas y trabaja como periodista hasta los primeros años de su llegada a París, como exiliado tras la guerra civil de 1975. En 1981, su primera publicación Las cruzadas vistas por los árabes le descubre como un pensador original. La popularidad le llegará cinco años más tarde con su primera novela León el Africano y en pleno auge comercial de la novela histórica.