No ha sido un golpe más. El dispositivo llevado a cabo el lunes por el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Urbana no solo ha desmantelado una red de meublés en el barrio barcelonés del Raval, sino que ha acabado con una mafia de trata de blancas de alcance europeo que, mediante células autónomas, se extendía por España, Rumanía, Irlanda, Italia, Bélgica y Francia.

La delegación barcelonesa de esta organización, que funcionaba a partir de la alianza entre un clan familiar rumano y otro español, estaba presuntamente dirigida por una rumana, Laura Rizea, que ya se encontraba en la prisión de Wad Ras y que coordinaba la red desde su propia celda.

En Barcelona fueron detenidas un total de 44 personas, de las cuales 31 han ingresado en prisión acusadas de asociación ilícita, favorecimiento de la prostitución y explotación sexual. Los agentes también liberaron de las garras del grupo a 10 jóvenes, una de ellas menor de edad.

Una prueba de la naturaleza internacional de la organización es el hecho de que las jóvenes eran trasladadas de país en país según le convenía al grupo.