La lucha contra el cambio climático seguirá tras el 2012, una vez finalizada la vigencia del actual protocolo de Kioto. El mundo dispone ya de una hoja de ruta para dar esa batalla. Fue aprobada ayer en la novena cumbre del clima, en Montreal (Canadá), tras una maratoniana sesión nocturna durante la cual Estados Unidos se vio obligado a sumarse al consenso casi fuera de plazo y en la que Rusia se enrocó en una posición que a punto estuvo de dar al traste con todo lo logrado hasta entonces.

La sesión había comenzado a primerísima hora del viernes con un pacto alcanzado a espaldas de la delegación norteamericana. Los países desarrollados --UE, Japón y Canadá-- lograron cerrar un acuerdo con los países en vías de desarrollo (el G77 más China) por el que éstos se comprometen a abrir el "diálogo" sobre cómo afrontar el cambio climático a partir del 2013. En el documento, los firmantes se emplazaban a "explorar y analizar estrategias a largo plazo para hacer frente de forma conjunta al cambio climático".

La Casa Blanca se había autoexcluido hasta entonces de cualquier tipo de diálogo, pero al quedarse aislada --sólo le restaba el apoyo del país del petróleo, Arabia Saudí-- reaccionó con una contrapropuesta en la que el único cambio relevante fue considerado inaceptable por la Unión Europea.

ESTATUS Se trataba de una enmienda que permitía que los países desarrollados pudieran adquirir compromisos de reducción de gases de efecto invernadero voluntarias, sin penalización, un estatus que el texto reservaba sólo a los estados en desarrollo. Pero la delegación estadounidense, probablemente cediendo a las presiones externa e interna --esta última simbolizada en la presencia en la cumbre del expresidente Clinton--, se conformó con otros retoques sin trascendencia.

Con la entrada de los norteamericanos en el acuerdo, la coalición formada por Europa, Canadá y Japón había logrado los objetivos que se planteó antes de la cumbre. Este grupo es él único que hoy por hoy contribuye a través de Kioto a la reducción de los gases de efecto invernadero, pero como la suma de sus emisiones no supone ni el 25% del total mundial, su reflexión era muy clara: el pos-Kioto pasaba por implicar a los grandes consumidores de combustibles del mundo en desarrollo, como China, la India y Brasil, y atraer de nuevo a EEUU al redil que abandonó cuando se negó a ratificar Kioto. De lo contrario, Europa podía seguir conteniéndose, pero el efecto invernadero seguiría imparable.

Una vez conseguido el gran acuerdo que perseguían con el resto del mundo, la UE y sus aliados descongelaron otra de las patas clave de la cumbre: se comprometieron a adoptar nuevas de reducciones obligatorias de CO2 tras el 2012, fijando para ello un calendario de discusiones. En la declaración final del cierre de la cumbre, su presidente, el ministro canadiense de Medio Ambiente, Stéphane Dion, habló de "jornada histórica".