Recién cumplidos los 25 años de la refundación del cuerpo y recién completado el despliegue en todas las comarcas, los Mossos d´Esquadra recibieron ayer como un jarro de agua fría la primera sentencia condenatoria por torturas y lesiones contra tres de sus agentes. La Audiencia de Barcelona condenó a los policías Manuel Farré, Jordi Perisse y Joan Salva a seis años y siete meses de cárcel por el trato "cruel en exceso, brutal y salvaje" que soportó un ciudadano de origen rumano al que, por error, confundieron con un ladrón. "Son unos delincuentes con placa", declaró ayer desde Rumanía la víctima, todavía asustada. También su mujer fue objeto de maltrato para, de esta manera, poder entrar sin orden judicial en el domicilio de la pareja. El tribunal condena también a otros dos mossos: a Fernando Cea se le castiga con dos años y tres meses de prisión por lesiones y detención ilegal, entre otras imputaciones, y a Alejandro A. García, a multas por violar un domicilio, detención ilegal y maltrato. Un sexto acusado ha sido absuelto.

La sentencia es un mazazo de consecuencias política y policialmente imprevisibles para un cuerpo que hace un cuarto de siglo nació con voluntad de ser ejemplar en el respeto de los derechos humanos. Pero es que, además, los hechos se remontan a julio del 2006. Es decir, una batería de juicios aguarda a otros mossos por sucesos del 2007 que tienen la tristemente célebre comisaría de Les Corts como epicentro. Son conocidos los vídeos en blanco y negro de mofas, bofetadas y otras agresiones.

Los cuatro agentes condenados a cárcel seguían ayer en servicio en la calle.