Los humanos ya caminaban erguidos y con una disposición de los pies similar a la nuestra, con el pulgar paralelo al resto de los dedos y un arco pronunciado, hace por los menos 1,5 millones de años. La evidencia procede de las cercanías del lago Turkana, en la actual Kenia, donde se acaban de hallar las pisadas inconfundibles dejadas por diversos individuos, tanto adultos como niños, que no tuvieron reparos a la hora de caminar por un terreno fangoso. Un auténtico golpe de fortuna paleontológica: como si hubieran puesto sus pies en cemento, aunque se trataba en realidad de ceniza volcánica, las huellas fosilizaron y se conservaron para la posterioridad.

Las pisadas las ha descubierto, datado, digitalizado y analizado anatócamente un equipo internacional encabezado por la Universidad Rutgers (EEUU), la de Bournemouth (Reino Unido) y la de Nairobi (Kenia). Los detalles los publica hoy la revista Science .

No se trata de las primeras huellas conservadas de un homínido bípedo, pues las célebres pisadas de Laetoli (Tanzania) tienen 3,6 millones de años, pero sí "constituyen la evidencia más antigua sobre la anatomía esencialmente moderna de un pie humano", dicen los científicos.

Los primeros indicios aparecieron en el 2004, a unos cinco kilómetros del poblado de Ileret. Hay al menos tres rastros de pisadas muy juntas, que supuestamente equivalen a tres individuos, y otro rastro más pequeño, quizá de un niño. Junto a las pisadas humanas hay asimismo huellas de diversos mamíferos y aves. Los investigadores también han reanalizado unas supuestas huellas bípedas descubiertas en 1978 en Koobi Fora, al sur de Ileret, aunque los resultados no son tan concluyentes porque están muy erosionadas.

Varios indicios avalan la hipótesis del bipedalismo moderno. Por ejemplo, en las huellas se aprecia que el pulgar ocupa una posición paralela a los restantes dedos, a diferencia de los simios, que tienen una configuración más adecuada para trepar. Las pisadas muestran un arco pronunciado, típicamente humano. Finalmente, los dedos son bastante cortos y el talón es grande, unas características que se asocian al andar erecto. Las huellas han permitido obtener información que difícilmente facilitan los huesos fósiles, como la zona donde el pie se apoya primero o el área que soporta más peso.

Es difícil determinar a qué especie pertenecen las huellas, pero los científicos opinan que la antigüedad y el tamaño no dejan muchas opciones: Homo ergaster o, a lo sumo, de Homo erectus primitivo.