Los restos fósiles de un mastodonte de hace 130.000 años localizados cerca de San Diego, en California (EEUU), parecen mostrar signos de haber sido procesados por la acción de unas manos humanas, en algunos casos para extraerles la médula, un hallazgo sorprendente que podría cambiar por completo las teorías sobre los primeros pobladores de América. Hasta ahora se creía que los humanos, procedentes de Asia, atravesaron el estrecho de Bering y se expandieron por el nuevo continente hace unos 15.000-20.000 años, a lo sumo 30.000, por lo que este descubrimiento supone retrasar el proceso nada menos que 100.000 años.

Los restos fósiles -huesos, colmillos y molares de mastodonte, la mayoría de los cuales están muy fragmentados- empezaron a aparecer a finales del siglo pasado, durante unas obras de ampliación de una autopista. Junto a ellos se encontraron también grandes piedras que supuestamente fueron utilizadas como yunques y martillos para romper los huesos. Lo que no hay es ningún hueso humano, un detalle trascendental para poder completar la historia.

La investigación, encabezada por científicos del Centro de Investigación del Paleolítico Americano y del Museo de Historia Natural de San Diego, se ha publicado en Nature. En la revista, los autores ofrecen todo tipo de detalles para descartar que las huellas observadas en los huesos fueran ocasionadas por pequeños mamíferos (ratones, castores) o algún proceso erosivo natural.

«Este descubrimiento reescribe nuestra comprensión acerca de cuándo los seres humanos llegaron al nuevo mundo», afirma en un comunicado Judy Gradwohl, presidenta del Museo de Historia Natural de San Diego. «La tecnología nos permite confirmar con certeza que los primeros seres humanos estaban aquí [en América] significativamente antes de lo que es aceptado comúnmente», añade el coautor Tom Deméré.

Menos entusiasta se muestra Daniel Turbón, catedrático del departamento de Biología Evolutiva de la Universidad de Barcelona y experto en evolución humana. Turbón admite que el descubrimiento es «excepcional», un auténtico mazazo para las teorías actuales, pero que necesitaría confirmarse con otro tipo de pruebas. «Por ahora son indicios», dice, tras recordar que no se han encontrado restos humanos: «No son todavía pruebas concluyentes», considera.

«Los huesos y varios dientes muestran signos claros de haber sido deliberadamente rotos por humanos con destreza manual y experiencia», afirma el primer autor del trabajo, Steve Holen. Este patrón de rotura también se ha observado en fósiles de mamut localizados en Kansas y Nebraska. En cuanto a la datación, James Paces, investigador del Servicio Geológico de EEUU, utilizó el método del uranio-torio para determinar que los huesos del mastodonte tenían 130.000 años de antigüedad, con un margen de error de 9.400 años.

Lógicamente, el hallazgo plantea muchas preguntas. La principal es que 130.000 años no es solo un adelanto excepcional del primer poblamiento de América, sino que por aquel entonces, los hombres anatómicamente modernos todavía no habían salido de África. Los autores no descartan ninguna especie, incluyendo Homo erectus, denisovanos, neandertales o algún tipo de Homo sapiens primitivo.