El spanish tour de los Príncipes, que se mueve más que la vuelta ciclista, atravesó ayer tres comunidades: Aragón, Navarra y Euskadi. El avituallamiento lo realizaron en el restaurante Arzak de San Sebastián, que cerraba por descanso semanal y que abrió para ellos. Hay que ser un turista voraz o disfrutar de la conducción para la tunda kilométrica. La salida fue en Sos del Rey Católico (Zaragoza). La meta volante, en Olite (Navarra) y la final, antes de volver a Madrid, Chillida-Leku (Guipúzcoa).

Los Príncipes visitan en cada población los monumentos históricos, así que lo lógico era entrar en Arzak, que es una fortaleza de la gastronomía. Ante el restaurante había tal multitud que el vehículo llegó lentamente, rodeado por escoltas a pie.

Entraron por la puerta de la bodega y ante los gritos de la decepcionada concentración ("!injusticia, queremos ver a Letizia!"), la pareja salió al balcón.

Dentro, Elena Arzak, en nombre de su padre, que estaba en Madrid, les preparó anchoas con cristal de tocino, plátano macho con arratxikis (pescaditos), mango relleno de queso y kéfir , carabinero con tostadas onduladas, grafiti de huevo elíptico con chipirón y merluza con taco de sopa de ajo. Después Felipe pidió cordero asado con café cortado y Letizia, pichón con aromas para chupar.

Felipe y Letizia se han comportado en este viaje, que parece sacado de la enciclopedia Los pueblos de España , como otras parejas en ruta: él la retrata con la cámara de grandes hechuras, que cuelga en bandolera. En el palacio de Sada, en Sos del Rey Católico, les regalaron ¡20 camisetas!, para repartir entre la familia. A la salida, Letizia dijo a los periodistas que disfrutaban de España y Felipe, con una ironía de borbones, remató: "Como véis, solos". Hoy, vuelan a Jordania.