TRtaphael canta en el metro de Madrid y lo llena. Juanes lo hace en el Hípico de Cáceres y es la ruina para los promotores. No va casi nadie. No es lo mismo cantar en un recinto de toda la vida, como el Hípico, que hacerlo en un espectáculo innovador bajo el suelo de Madrid y con un público incondicional y selecto. Lo mismo todo habría salido mejor si Juanes hubiese cantado en el autobús de la línea 9 de la Mejostilla. Una cosa pequeñita, innovadora, moderna, con los incondicionales de siempre- Lo hubiera llenado, seguro, sobre todo en hora punta, en la que funcionaría hasta la reventa. Pero todavía habría resultado mejor si tan sólo hubieran podido entrar al autobús unos cuantos. Habríamos asistido a colas de dos días para comprar las entradas. Es lo que tiene, nos mata lo selecto. Imagino que para llenar el poco aforo del metro en Chamartín los promotores habrán tenido que hacer una selección especial, para que todos los que asistan sean adeptos y adictos al cantante. Es lo que se lleva últimamente. Como los príncipes. Ellos no llevarán a su hija a un colegio público, no, eso es como cantar en el Hípico de Cáceres, ahí cabe cualquiera. Ellos enviarán a su hija a un colegio privado, en el que los responsables del centro (como en Operación Triunfo) ya han puesto en marcha un proceso de selección de los niños que van a rodear el pupitre de la futura reina. "Tú entras, tú no, tú entras, tú no-", como en los conciertos de Raphael en el metro. Se podría pensar que en ese colegio las listas de clase no funcionarán por apellidos, es decir, serán los apellidos los que hagan funcionar las listas de clase. Y estoy convencido de que habrá padres que harán cola de dos días o dos meses para que sus hijos puedan estar cerquita del pupitre real. Como los adeptos o adictos a Raphael.