La alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, ha convertido la batalla contra la polución causada por el tráfico rodado en uno de los principales ejes de su política, sin importarle las críticas que le llueven tanto desde la oposición municipal como desde algunos colectivos, como los taxistas o las empresas de reparto, que se quejan de la dificultad creciente para moverse por la capital.

El pasado 1 de julio entró en vigor la normativa que impide a los automóviles matriculados antes de 1997 circular de lunes a viernes entre las ocho de la mañana y las ocho de la tarde, lo que representa un 9% del parque automovilístico privado. En esa misma fecha vio la luz la viñeta que clasifica los vehículos en función de su nivel de emisiones, un distintivo que asigna el Ministerio de Ecología por mediación de las administraciones locales y regionales.

El departamento dirigido por Ségolène Royal establece seis categorías ordenadas por colores, que van desde la pegatina verde para los coches eléctricos y de hidrógeno hasta la gris de los diésel matriculados entre 1997 y el 2000. La medida afecta también a las motocicletas, los camiones y los autobuses.

Este plan antipolución también contempla medidas para incentivar el uso del transporte público, con ayudas de hasta 400 euros para el abono de transportes en el caso de aquellos conductores que tienen un coche viejo, o para comprar una bicicleta eléctrica.

En realidad, el distintivo es voluntario pero se convierte en algo obligatorio si se quiere circular por París. En la capital francesa, para poder transitar dentro de las llamadas Zonas de Circulación Restringida -y cuando se detectan picos preo-cupantes de contaminación-, los vehículos tienen que llevar bien visible en el parabrisas la famosa pegatina. De lo contrario, en caso de infracción, sus propietarios se arriesgan a que les impongan una multa cuya cantidad oscila entre los 45 y los 180 euros. El certificado se puede solicitar y pagar on line, cuesta 4,50 euros y se envía por correo postal.

A las restricciones, que entraron en vigor el pasado verano, Hidalgo acaba de añadir una nueva prohibición que ha molestado a los conductores, aunque más de la mitad de los parisinos, sobre todo los que viven en el centro, la aplauden. Se trata de una de sus principales y más polémicas promesas electorales: cerrar al tráfico los muelles de la ribera derecha del Sena entre el túnel de las Tullerías y el puerto del Arsenal.

Además, el ayuntamiento ha ampliado el perímetro de las restricciones durante la celebración del Día sin Coches y ha convertido la gran avenida de los Campos Elíseos en una zona peatonal cada primer domingo de mes. En el 2020, la alcaldesa pretende extender el veto a todos los motores diésel. EVA CANTÓN