La titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Alzira ha decretado este miércoles prisión provisional comunicada pero sin fianza para el padre que, según el mismo confesó, acuchilló el pasado domingo a su hija de dos años en este pueblo. Le ha imputado un delito de asesinato y, además, le ha impuesto una orden de alejamiento de su mujer, con la que no podrá comunicarse.

Esta medida cautelar apunta a lo que desde la Generalitat valenciana ya se da por hecho: que se trató de un nuevo crimen machista. El Gobierno valenciano emitió un comunicado en el que expresó su "repulsa por la muerte de una niña víctima de la violencia de género". Maia sería así la octava menor víctima colateral de esta lacra en el 2017, año en el que 43 mujeres han sido asesinadas.

La decisión del juzgado llega después de que el confeso asesino fuera trasladado el lunes por la mañana al piso donde cometió el crimen el domingo por la tarde para realizar una reconstrucción del mismo y después también de intentar tomarle declaración. Según trascendió, el hombre no contestó a las preguntas pero aseguró estar arrepentido.

La policía maneja la hipótesis de que aprovechó la ausencia de la madre de la niña para degollarla como venganza por su intención de divorciarse. También existen dudas de si el detenido tuvo intención real de suicidarse puesto que, aunque en un principio hizo un amago de lanzarse del segundo piso en el que vivían, acabó por descolgarse al primero, y de ahí se lanzó a un coche aparcado en la acera. Fue entonces cuando pidió a los clientes de una terraza cercana que avisaran a la policía y confesó que acababa de matar a su hija.

Un entierro íntimo sufragado por el consistorio

Tras la pertinente autopsia, Maia fue finalmente enterrada este miércoles en un acto íntimo cuyos gastos corrieron a cuenta del ayuntamiento de la localidad, dados los problemas económicos de la madre. Esa precariedad es la que le había impedido mudarse a otro piso cuando en septiembre le comunicó a su expareja su intención de separarse.