Ayer no nevó en Londres, pero en el aeropuerto de Heathrow la mayoría de los aviones siguieron inamovibles, cubiertos de hielo y pegados a la pista. Un día más, la situación en las cinco terminales del aeropuerto más transitado del mundo fue caótica. En la número 3, de donde despegan los vuelos de Iberia, British Airways y Vueling con destino a Madrid, Barcelona, Sevilla y Bilbao, ni siquiera dejaron a los viajeros entrar en el edificio.

A las dos de la tarde, cientos de personas esperaban a la intemperie, con temperaturas rondando los cero grados. Una de ellas, Almudena Selma, llevaba desde el sábado tratando de llegar a Sevilla. "La primera noche dormí en el aeropuerto, pero el domingo nos echaron. Esta noche la he pasado en un hotel, pero para hoy no tengo nada. Todos los hoteles de la zona están llenos y los que tienen una habitación están pidiendo 300 libras 355 euros", contaba esta veinteañera. A ella se unió una pareja del mismo vuelo fallido. Desde hace dos días comparten hotel, taxi y espera. "El problema es el dinero --decía el chico--. Tenemos que pagárnoslo todo: alojamiento, comidas, transportes... y se aprovechan".

Contacto imposible

En la pantalla de salidas, se pedía a los viajeros que contactaran con su línea aérea. "Pero es imposible hablar ni contactar con Iberia", se quejaba un pasajero con destino a Barcelona que trataba de informarse en la web de la compañía. A medida que el tiempo pasaba, una tras otra iban cayendo las cancelaciones. En una mesa improvisada, los empleados del aeropuerto repartían gratuitamente café caliente y chocolatinas para distraer el frío y el hambre. Otro grupo, con chaquetillas en las que pone Heathrow. Here to help (Heathrow. Aquí para ayudar), circulaba por el porche helado con las listas de vuelos.

Y es que al final de la jornada casi ninguno de los vuelos a España logró despegar. "No tengo dinero para pagarme un hotel y ni siquiera nos dejan entrar en el aeropuerto", se quejaba Marta, una barcelonesa que había encontrado refugio momentáneo en el túnel que une la terminal y el metro. Allí había decenas de personas sentadas en el suelo, algunas de ellas con niños pequeños, sin aseos disponibles, sin comida, sin agua. "De acuerdo, hay nieve --repetía Marta--, pero el colmo es que ni siquiera nos dejen entrar en la terminal".