El valor y la disposición de Iván Fandiño, que confirmó la alternativa, fue lo único destacable ayer en Las Ventas, en un festejo ahogado en las tinieblas del aburrimiento por la mansedumbre y falta de posibilidades del ganado.

El toro de la ceremonia, el único que "medio sirvió", cambió a mejor en el último tercio, después de no haberse empleado en el caballo, manso y sin humillar.

Pues bien, en la muleta lo toreó Fandiño por el lado derecho con suavidad y firmeza, por momentos con cierta intensidad. No hubo suerte al matar, y sólo fue ovacionado. En el violento último, que le hirió en la mano, quiso mucho otra vez el torero vizcaíno, jugándosela sin miramientos. Valiente, muy valiente. Sin embargo, tan gran esfuerzo no tuvo recompensa.

Ferrera no tuvo más opción que abreviar en los dos de su lote. En ambos puso banderillas sin encontrar mayor eco en el tendido. Su primero iba al paso, y no tuvo más de dos arrancadas seguidas. El otro estuvo más tiempo en el suelo que de pie. Nada que hacer que no fuera aguantar el chaparrón de protestas, muchas iban dirigidas al "palco".

Y Morenito de Aranda , en el mismo papel de sufridor, se encontró con un primer astado que le costaba un mundo tomar la muleta. El quinto, suelto y distraído, no empujó ni en la querencia.