TDtecía el filósofo Paul Ricoeur: "Me parece grotesco que una muchacha cristiana pueda enseñar sus nalgas en la escuela, mientras a una musulmana se le niega el derecho de ocultar su cabeza". Y tenía razón. No tanto en lo del velo musulmán, cuanto en lo de las nalgas cristianas. Y no porque me parezca mal que las muchachas cristianas muestren sus nalgas, que en eso ni entro ni salgo, sino porque hemos llegado a un punto en que las muchachas cristianas parecen obligadas a enseñar sus nalgas, su ombligo, su pecho, su lencería... El pudor está prohibido, pero las muchachas, las pobres, viven en una desquiciante contradicción entre la educación recatada que recibieron de sus madres y la tiranía de la moda impúdica impuesta por los gurús de Mango , Inditex , H&M o Benneton .

Y ahí van las pobres adolescentes extremeñas con esos pantalones bajos y esos tops diminutos subiéndose continuamente el escote, bajándose sin parar la tela para cubrirse el ombliguillo, agarrándose al sentarse la cintura del pantalón para no mostrar el culo. Yo no digo que tengan que ser pudorosas a la fuerza, pero habría que fortalecer su personalidad para que fueran más resistentes a la moda y si prefieren vestir cómodamente, pues que lo hagan. El problema es que sus madres también quieren ser modernas y salen de casa con el pantalón bajo, el top alto y dispuestas al sinvivir del subo por aquí para que no se vea, bajo por allá para que no se enseñe. No hay descanso para las esclavas de la dictadura de la impudicia y se inquietan los filófofos.