TEtn el 2004, el Papa pensaba que admitir a Turquía en la Unión ]Europea era un error. Claro que por entonces aún no le habían hecho Santo Padre. Ahora opina que Turquía es un puente entre religiones. Podría pensarse que desde que es Pontífice tiene obsesión por los puentes, pero también Eduardo Zaplana habla de puentes rotos entre su partido y el Gobierno por culpa del dichoso video socialista. Lo del Papa tiene un pase: demuestra que ha perdido el miedo a mezclar el destino de Europa con el de 72 millones de musulmanes. Hasta estoy tentado a creer que, desde que subió a lo alto de la silla de San Pedro, ve más claro y más lejos y se ha percatado de que Europa no es una unión de Estados ni de creencias sino una sociedad mercantil ansiosa de bolsillos nuevos. ¿Quién sabe qué cosas pasan por la cabeza de un Papa?

Pero, nuestros políticos, ¿qué hacen ellos quebrando puentes? ¿Qué les pasa? ¿En qué instante levantaron ese muro que separa su mundo del mundo de la realidad? Todos sabemos que algunos de ellos mienten, que viven de espaldas al ciudadano y viven muy bien, que pintan los contextos con el color de su conveniencia y que, como dicen en el Tenorio: de estas cosas veréis/ si en esta casa os quedáis/ lo menos seis por semana . Pero es que encima nos lo graban en video. Y tan satisfechos están con la broma que incluso han sacado una versión en inglés para difundirla por el extranjero, como si fuera poca vergüenza la que ya nos hace pasar nuestro cine. Aunque al menos los cineastas se costean las películas de su propio bolsillo. No comprenden que más que artistas del video, necesitamos constructores de puentes entre el sentido común y la realidad.