Enclavadas en la comarca pacense de La Siberia, las Sierras de La Chimenea, Puerto Peña y El Escorial, constituyen una alineación rocosa perteneciente a las estribaciones suroccidentales de los Montes de Toledo, que marca la transición paisajística de la gran planicie desarbolada de La Serena, al sur, hacia las agrestes serranías cubiertas de densa vegetación mediterránea, al norte.

La dicotomía paisajística tiene también una correspondencia ambiental y socioeconómica: al norte se extiende un terreno de agitada topografía, vocación eminentemente forestal y cinegética, con manchas de vegetación natural casi vírgenes; al sur se abre una vasta planicie de encinar adehesado, de cultivos principalmente de olivar y de campo abierto, con pastizales y pequeños cultivos de cereal. Los términos municipales afectados son Puebla de Alcocer, Talarrubias y Casas de Don Pedro.

El río Guadiana es junto con la sierra el elemento vertebrador del paisaje. Tras el gran embalse del Cíjara, sus aguas se remansan por segunda vez en Extremadura en el embalse de Puerto Peña o de García de Sola.

La aparente esterilidad del roquedo se vuelve en derroche de vida, observado de cerca: líquenes, musgos, hepáticas y helechos, entre otras plantas, tapizan la mayor parte de su superficie.

Los cortados rocosos albergan especies zoológicas muy simbólicas por su belleza, escasez, envergadura o aparente facilidad de observación, especialmente las aves. Entre las de menor tamaño figuran el roquero solitario, collalba negra o avión roquero, pero los protagonistas de los cantiles son las grandes rapaces, como el buitre leonado: allí existe la mayor colonia de Badajoz, con unas 45 parejas reproductoras.

Otras son el alimoche, águila real, águila perdicera o halcón peregrino. Junto a ellas comparte el roquedo una joya alada: la cigüeña negra, con 4 parejas nidificantes. El mirador de Puerto Peña constituye un punto privilegiado para la observación de estas aves rupícolas.

Hay que valorar un grupo zoológico importante, que se refugia en oquedades, cuevas y grutas: los murciélagos, únicos mamíferos voladores y grandes consumidores de insectos. Se conocen allí unas 10 especies, de las 27 existentes en España.

Bajo el roquedo, las laderas serranas albergan una masa forestal de encina, alcornoque y un árbol escaso en el contexto regional: el quejigo. Bajo la arboleda mediterránea prospera un sotobosque muy importante para el ecosistema con madroño, durillo, lentisco, labiérnago y cornicabra en las umbrías. En las solanas crecen especies más termófilas que, bajo encinas y acebuches, suelen ser jaras, jaguarzos, cantuesos, tomillos, aulagas o esparragueras blancas. La vegetación natural de Puerto Peña ha sido alterada por la introducción de cultivos forestales de pinos y eucaliptos.

Algunos elementos florísticos, como las delicadas peonías, orquídeas, jazmines o gladiolos silvestres completan el dosel vegetal del monte mediterráneo, donde viven las más complejas comunidades zoológicas que avalan una extraordinaria biodiversidad. Mamíferos carnívoros amenazados como el lince ibérico, gato montés, garduña, tejón, meloncillo, jineta... aún campean por Puerto Peña, junto a las estrellas de caza mayor: jabalí, ciervo y corzo.

Rapaces típicamente forestales son el azor, gavilán, águila culebrera, águila calzada y milano real; y las nocturnas: cárabo, autillo, búho chico... Destaca la abundancia de paseriformes, algunos raros: trepador azul, agateador común, carbonero garrapinos, mito, herrerillo capuchino... junto a otras aves de tamaño mediano: pito real, pico picapinos o torcecuellos. En el muro de la presa viven cinco especies nidificantes de la familia de los hirundínidos: golondrina común, golondrina dáurica, avión común, avión roquero y avión zapador.

PROBLEMATICA AMBIENTAL

El proyecto de construcción de la N-430, tramo Puerto Peña-Puerto de los Carneros, ya en ejecución, es un error técnico y político de graves e imprevisibles consecuencias ambientales, sociales, económicas y turísticas. El nuevo trazado en la solana de la Sierra del Escorial y el viaducto sobre el Guadiana, que además pasa por encima de un camping, provocarán un impacto crítico e irreversible, sobre todo en el paisaje y la fauna, que no admite medidas preventivas ni correctoras posibles. Este paisaje ya transformado por una presa y estructuras asociadas, no merece ser definitivamente invadido y humanizado, en lugar de protegido, restaurado y puesto en su máximo valor por los organismos autonómicos y estatales competentes.