TZtapatero no se refiere en sus mítines al tema de la asignatura de Religión en los colegios. Es un tipo listo: esa cuestión moviliza a la izquierda, pero asusta al centro, que es donde se dirimen las victorias electorales. Los socialistas cacereños no olvidarán en muchos años la rebelión popular que provocó una procesión de la Virgen de la Montaña que tuvo que cruzar entre la suciedad de un Womad y les costó la alcaldía. Desde entonces, el Partido Socialista es el partido del puño, de la rosa, de las vírgenes, de las procesiones y de lo que sea menester.

En Extremadura, tras unos años de dudas, Rodríguez Ibarra entendió rápidamente que la Virgen de Guadalupe era el símbolo que mejor podía unir a todos los extremeños y la convirtió en el Guernikako Arbolak totémico y esencial de la extremeñidad. Y no faltará la izquierda regional a la beatificación de Matilde Téllez, la primera extremeña de la era moderna que subirá a los altares el 21 de marzo.

Esta situación se entiende si visitamos los pueblos extremeños y reparamos en los numerosos carteles que anuncian excursiones organizadas por ayuntamientos socialistas y asociaciones controladas por la izquierda. La mayoría van a Madrid, pero no a visitar el museo Thyssen ni Xanadú, sino tres monumentos que se repiten pueblo a pueblo: la catedral de la Almudena, el Cristo de Medinaceli y... ¡el Valle de los Caídos! Visto lo visto, para ganar las elecciones lo mejor será no tocar a la iglesia ni mentar a Franco, que Extremadura es de centro.

*Periodista