Parece universalmente aceptado que cuando se contraponen el norte y el sur, es el primero el que se considera mejor, más adelantado, más emprendedor, más rico, más desarrollado y cuantos calificativos se quieran utilizar para poner de manifiesto que, en esa comparación, siempre son los septentrionales los que salen mejor parados.

Cierto es que los conceptos de ambos puntos cardinales son, a estos efectos, bastante imprecisos; pero no es menos verdad que cualquiera tiene capacidad para hacerse una idea de que esto es así.

Quizás sea elocuente hablar de América del Norte y del Sur, del Norte y el Sur de Europa e incluso de nuestra sufrida piel de toro. En cualquiera de los casos no es difícil aceptar esa genérica o global supremacía que los de arriba exhiben frente a “os de abajo.

Intentar analizar las causas de este fenómeno resulta harto complejo. No obstante, sí que es posible algún comentario al respecto, sobre todo referido al caso concreto de nuestra comunidad, que es el que más nos interesa.

A Extremadura se la incluye en el sur de España y, observando el pasado reciente, ya el régimen anterior se volcó en inversiones en las regiones del norte, y a ellas emigraron muchos extremeños buscando un trabajo digno y huyendo de la miseria en que estaba sumida Extremadura.

Ya en época democrática, con muchos años de gobiernos socialistas, tanto centrales, como autonómicos la emigración ha continuado y, sobre todo, han sido jóvenes los que han emprendido el camino hacia fuera de su tierra: «las maletas continúan viajando».

Poco que decir del período de gobierno del Partido Popular con tímidas medidas incentivadoras pero acompañadas de una excesiva burocracia para implantar empresas que decepcionaban a propios y extraños.

Es posible que, ya en el siglo XXI, la emigración no se concrete en esa fuerza de trabajo; pero sigue emigrando el talento por falta de oportunidades en esta tierra y, sin duda, esta emigración es más dañina.

Buscando las causas, la más elemental honradez exige, en primer lugar, la necesaria dosis de autocrítica y, en este sentido hay que decir que es muy raro en Extremadura que las familias eduquen a los hijos e hijas en la implantación, continuidad y crecimiento de las pequeñas empresas.

Así, sin creación de empresas una región progresa poco, seguirá aletargada, con bajos sueldos, empleos precarios o subsidiados y con las sucesivas generaciones jóvenes incorporándose al mercado laboral con el único objetivo de conseguir un puesto en la Administración como mejor seguridad y garantía de vida. ¿Hasta dónde llegaremos así?

Pero también es necesario y honrado un comentario sobre otro tipo de causas y, no está de más señalar, en este sentido, que para atraer la implantación de empresas, hay que proporcionarles infraestructuras, no solo espacios para la ubicación sino medios de transportes adecuados por ferrocarril y carretera.

Por lo que al primero se refiere, pensemos simplemente en cómo está la comunicación ferroviaria entre Madrid, Cáceres y Badajoz y no hay más que repasar las más recientes fechas en las hemerotecas para encontrar las averías, retrasos, disfunciones, incomodidades y tercermundismo que estamos padeciendo. Otras líneas han desaparecido o están en similares condiciones,

En cuanto carreteras, hay que reconocer cierto progreso con las autovías en funcionamiento y la mejora de carreteras regionales y de las diputaciones; pero las deficiencias siguen siendo notables, tanto en nuevas autovías, como en adecuación y mejora de las carreteras nacionales.

Pero volviendo al planteamiento inicial de la primacía de lo septentrional sobre lo meridional, como toda regla necesita de excepciones que la confirmen, podemos concluir que en Extremadura acontece justo lo contrario y es el sur el más desarrollado y el que dispone de un mayor y mejor tejido empresarial, quizás porque que recibe más inversiones e incentivos, quizás porque los órganos de decisión están abajo o quizás haya otras causas que resulte menos procedente mencionar.

En todo caso, una rápida ojeada sobre el estado de las cosas nos permite percatarnos de que cualquier propuesta de progreso para el norte está condenada de antemano. Podríamos hablar de un Corte Inglés del que nunca más se supo, de una ronda sureste que se sigue proyectando, de un hospital nuevo que será viejo cuando se abra, de una mina de litio que generará riqueza; pero que posiblemente muera entre permisos, inconvenientes y discusiones o, por citar un ejemplo más que raya en lo tragicómico, se promocione una ciudad del norte, Patrimonio de la Humanidad, con imágenes de otra ciudad del sur.

De cada uno de estos desatinos y de algunos más que podrían citarse, podremos ir hablando con más detalle en sucesivos comentarios desde este foro, por el momento, desde el norte, vamos a intentar buscar la equidad sin que nadie pierda el suyo y, en su caso, lo recuperen los que ya no saben en qué dirección navegan.