Cubos, mangueras, motobombas, camiones de bomberos, hidroaviones, azadas... Todo sirve en un intento desesperado por salvar la tierra e impedir que sea pasto de las llamas. Por eso, muchos no entienden por qué los militares no arriman el hombro.

Los miembros de la Brilat (Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable Galicia VII), con base en Figueirido (Pontevedra), se limitan a realizar labores de protección civil, de logística y, sobre todo, de vigilancia. Patean el monte para disuadir a los pirómanos con su presencia, una labor necesaria. Lo que se pone en duda es si la prioridad ahora es la prevención o la extinción. No faltan voces que opinan que su labor bien podría ser otra.

"Están ahí y no hacen nada", dice un vecino. Cierto es que el Ejército ha acudido a la llamada de la Xunta y está presente en los territorios en alerta, pero no está autorizado para actuar más allá de sus atribuciones. Sus efectivos se limitan a cumplir órdenes y, entre éstas, no figura colaborar en la extinción. Las brigadas precisan de todas las manos útiles. De ahí que algunos celebren que los soldados repartan agua con bidones: "Hoy, por lo menos, hicieron algo", se escucha oír entre los vecinos afectados.