Ausente y con una falsa entereza que no fue capaz de mantener hasta el final. Encarnación Guzmán, madre de Sonia Carabantes, salió ayer a la puerta de su casa de Coín (Málaga) para que todos conocieran su rabia. "Quisiera que los asesinos de mi hija sufran como ella sufrió", sentenció ante una treintena de cámaras de televisión.

"Cuando los cojan, que los cojan bien. Que no vengan diciendo que no tienen pruebas. A mi hija me la han quitado pero, al menos, que cumplan su condena", dijo.

Encarnación encaró sola su comparecencia voluntaria ante los medios. Su marido, José María, estaba trabajando. "Así está más tranquilo", explicó. Ambos continúan recibiendo asistencia psicológica.

Encarnación está satisfecha por la marcha de la investigación, pero quiere que las cosas vayan más rápidas. "Pero no puede ser", intenta consolarse.

Se refirió a los asesinos. "¿Es que no tienen hermanas o primas o amigas? ¿Les gustaría que les hicieran lo que le han hecho a mi hija?". Si los tuviera cara a cara, les preguntaría por qué lo hicieron. "No le encuentro explicación". "¿Por qué la dejaron allí en vez de en la puerta de mi casa? La habría recogido yo o algún vecino".