TCtomprar en los supermercados de los nuevos barrios extremeños tiene su aquel. Para empezar, lo de supermercado es un ejercicio de prosopopeya pues no haría falta un apelativo tan grave para referirse a una tienda de 100 metros cuadrados con estanterías. Los barrios clásicos son más ajustados a la hora de bautizar y si alguien llega con ínfulas, enseguida lo aplacan. Sucedió en el de mis padres, donde un señor abrió un comercio con pretensiones al que llamó supermercado Spar y en dos días la vecindad lo había puesto en su sitio con una frase: "Vamos a comprar al Sparino ".

En mi barrio se nota que falta solera cuando vas al supermercado y pides la vez. Te aventuras con el clásico: "¿Quién es la última?" y aquello es el despendole: "Pues es Estefanía, que ahora está con la vez en la charcutería, pero antes va la Mariola, que tiene la vez también en la frutería y después estamos nosotras, que dependemos de la cola del pescado y de la carne". En resumen, que uno pide la vez creyendo que le tocará enseguida y resulta que hay señoras con veces diseminadas por todo el supermercado, señoras que siempre aparecen cuando les toca. En el Sparino , sin embargo, hay más seriedad. Pides la vez y te la da don Filiberto, que te regala hidalguía: "Soy yo, caballero", lee La Razón y vota a Saponi. ¡Ah, y allí no se cuela nadie! Pero en los barrios, ya digo, las vanessas y las jennifers te tratan de tú, se te cuelan por todos lados, leen lo que les sugiere el Gabilondo y encima van y votan a Víctor Casco, que es vecino y tiene cara de comunista bueno.