´21 Gramos´

DIRECTOR: Alejandro González Iñárritu. INTERPRETES: Benicio del Toro, Sean Penn, Naomi Watts. SALAS: Cáceres, Badajoz.

Hasta que uno arma el puzzle de 21 gramos , lo que ocurre mediada la película, anda algo desconcertado. Alejandro González Iñárritu se recrea en, dicho sea sin ironía, la poética del fragmento en lugar de acudir al procedimiento de la emoción acumulada.

De esta manera, el cineasta mexicano devalúa la intensidad al sacrificar el efecto de bola de nieve y apostar por la concentración: las imágenes no tienen contexto y buscan ser expresivas por sí mismas, de manera que el alcance de sus efectos es limitado en el espectador hasta que uno arma ese puzzle. A partir de entonces comienza a percibir la virulencia del planteamiento de la película.

González Iñárritu opera antitradicionalmente para narrar dos vidas paralelas cuyos destinos se cruzan y se unen. La de un exconvicto que busca la redención en Cristo y la de un deshauciado que salva la vida al trasplantársele un corazón. Puede contarse algo más de la trama, pero ello atentaría contra el sentido de sorpresa con que está montada la película, que escamotea los datos o los presenta fragmentaria y dispersamente (sin una correlación temporal consecutiva entre sus secuencias.

En este sentido, ahonda en los procedimientos estructurales de Amores perros , y lo que gana por una parte (entregarle un reto al espectador, obligarle a salir de la modorra en que ha caído ante la hinchazón de cine rodado convencionalmente) lo pierde por otra (la intensidad emocional de Amores perros ). Por este camino, la forma casi llega a ahogar su fondo.

LA CAMARA Pero dicho esto, cuando uno se entrega a los personajes (y para ello debe esperar media película hasta que los conoce) se da cuenta de cómo, más allá del vaivén al que los somete Iñárritu, el dolor (que es el asunto de esta película) llega a tocarle. Para ello, la cámara, a la manera de Bergman, se acerca a los rostros y los escruta en su intimidad, sin pudor y es entonces cuando lo percibe.