Tenían las previsiones meteorológicas en contra, pero, al final, los privilegiados que estaban en el momento preciso en el lugar adecuado pudieron contemplar sin problemas el eclipse solar total que tuvo lugar el pasado domingo en la isla de Pascua. Mientras algunos (muchos) veían la final del Mundial de fútbol, otros no veían absolutamente nada. A las 18.15 (hora española) la Luna se situó entre la Tierra y el Sol en una alineación perfecta, proyectando un arco de sombra de 11.000 kilómetros sobre el planeta que se desplazó a lo largo del océano Pacífico.

A esa hora, la oscuridad cayó en un punto en medio del océano, pero el primer lugar habitado en el que pudo observarse el eclipse fue en Mangaia, en las islas Cook. Tras pasar por Tahití, el eclipse llegó a la isla de Pascua a las 20.11, avanzó hasta Chile y acabó en Argentina a las 20.52 horas.

En la isla de Pascua

Aunque algunas regiones como la de Magallanes, las zonas australes y la Patagonia argentina fueron observatorios privilegiados, la isla de Pascua, situada a 3.500 kilómetros de la costa chilena, fue el punto desde donde mejor se vio el eclipse. Allí (sobre todo en la capital, Hanga Roa) se habían concentrado cerca de 4.000 visitantes, cifra idéntica a la de habitantes de la isla. Eran turistas, científicos y astrónomos que esperaban expectantes junto a los rapa nuis --la etnia autóctona del lugar-- los 4 minutos y 41 segundos de oscuridad. Muchos de ellos habían reservado su hotel hacía meses, cuando no un año. No es extraño que todos temiesen el pronóstico del tiempo, que amenazaba lluvias para la tarde del eclipse. Como los grupos de científicos que acamparon en las playas de Anakena, Al Tahai y Ahu Hakiri y sufrieron las inclemencias de la tormenta. Pero, al final, los cielos fueron propicios y, para la hora del eclipse, brillaban azules y limpios de nubes. En palabras de Josep Masalles, de la Agrupación Astronómica de Barcelona (Aster), que se desplazó hasta allí para ver oscurecerse el Pacífico, "el cielo se volvió de un azul oscuro, era una luz cenicienta, como de luna llena". Masalles llegó a la isla dos días antes del eclipse para buscar la mejor atalaya.

El fenómeno no solamente atrajo a los visitantes. Los habitantes de la isla abandonaron durante un rato sus televisores (o lo que es lo mismo, el partido que enfrentaba a España y Holanda en la final del Mundial de fútbol) para congregarse en varias playas y presenciar el momento histórico hacía mil años que no se divisaba un eclipse solar desde la isla de Pascua. Según Luz del Carmen Zasso, alcaldesa de la isla, para los rapa nuis, el eclipse representa "un símbolo de renovación y buenos augurios".