Desde 1995 hasta el 2010 más o menos, unas cuantas temporadas de caza con la sociedad Virgen de Guadalupe, ese grupo en torno a Luis Felipe Gutiérrez. Ochenta y dos artículos escritos en Jara y Sedal, en los que este cazador deja, de un modo u otro, sus impresiones y puntos de vista, y de mira, en torno al hecho atávico de cazar. Lo de menos será la caza en sí, y lo demás, lo otro: el campo, el monte, el tiempo atmosférico, los paisajes y los compañeros.

Pequeña galería de fotos y luego ciento nueve domingos de caza, el diario dominical de este aficionado, apasionado, de escopeta y perro. Más que uno, un servidor que caza o deja de cazar, las cosas de Ari, la bretona y su evidente talento a la hora de buscar, seguir, perseguir y cobrar.

Riberos del Tajo, del Almonte, del Guadiloba, y luego paisajes del Tamuja y el Salor. Los compañeros de antes y los de ahora, chascarrillos al calor de la lumbre, la tertulia, el pan compartido y las peripecias.

El Raso de la viña fue un pinar que había en el sopié de la sierra de Arenalejo donde un servidor, adolescente entonces, dio fin a la huida de una señora liebre. Aquel fue el bautizo cinegético de éste que tantas cosas les ha contado, un simple lance que marcaría para siempre esos inacabables pasos por el campo en busca de no sabemos qué.

Ahora El Raso de la viña es un libro, editado por la Editorial Canchales que ustedes pueden leer, si lo encuentran, en librerías o armerías. Hasta aquí hemos llegado, amigos. Un saludo cordial para todos los cofrades de San Huberto y damos por concluida la presente temporada.

Lo que nos demanden los años venideros, Dios dirá.