La empresa Recados Mérida se ocupa de cumplir con las tareas cotidianas para las que falta tiempo, tales como ir a recoger a los niños al colegio, sacar a pasear al perro, hacer la compra o realizar gestiones bancarias.

La iniciativa la puso en marcha Ana Ferrán, de 34 años. "La idea surgió trabajando, ya que ves que no tienes tiempo para hacer cosas, que siempre dependías de alguien. Le empecé a dar vueltas a la cosa y surgió".

Y se puso manos a la obra. Por el momento, ya tiene clientes fijos, y los recados van aumentando. "Ha sido una idea genial", es lo que más le dice la gente por la calle y es que Ana se mueve por la capital autonómica con su uniforme de trabajo y su coche serigrafiado con el logotipo de la empresa. Cada vez es conocida por más gente y no sólo por la publicidad que ha empleado en dar a conocer su negocio, sino por el boca a boca que como ella dice "es la mejor publicidad".

Y estalló el boom "no me esperaba esta reacción", indicó. Así, el negocio, en el que empezó ella sola a trabajar, cuenta ya con dos empleados, ella y su cuñada, con la que levantó la empresa y a la que ha pidió ayuda cuando se vio desbordada.

En cuanto a los servicios que prestan, explicó que "hacemos de todo, al principio trabajábamos sólo con particulares, pero ahora también lo hacemos con empresas: vamos a recoger el correo, cheques... todo lo que les supone papeleo. Ya tenemos contrato con siete", aseguró.

Los particulares, lo que más demandan son ir a recoger recetas a los centros de salud, lavar el coche, llevarlo a que pase la ITV, y "hasta hemos trasladado a un perro al veterinario para que lo vacunasen", indicó.

Respecto a los precios, las tarifas varían según el servicio, "lo más corriente, que es el papeleo en el banco, son 4,20 euros, pero hacer una compra o un recado son 2,20 euros y si tenemos que ir a Badajoz son 10 euros; llevar ropa a la tintorería: 4,20 euros; pasear mascotas: 8 euros media hora o 10 euros una hora; recoger, lavar y entregar el coche: 18 euros,..", y así una larga lista de tareas para las que habitualmente los ciudadanos de a pie no encontramos tiempo. Además hay una tarifa de kilometraje por si el encargo es para fuera de la ciudad.

Con las empresas trabajan de otra manera, ya que llegan a un acuerdo económico mensual.

Pero tanto trabajo también pasa factura, porque el negocio se está volviendo contra ella, "ya que para algunas de mis cosas no encuentro tiempo y tengo que andar buscando huecos". Y tampoco sabe si podrán tomarse unas vacaciones, "porque durante el verano no vamos a parar".

Ana, una mujer menuda y simpática, afirma que, de momento, no le han pedido "cosas raras" y que le dejan muy pocas propinas, "sobre todo la gente joven; los mayores sí que dan algo".