Típico, tópico, costumbre, necesidad fisiológica o deporte nacional. Se etiquete como se etiquete, la siesta, esa cabezadita de sobremesa que los españoles presumen de haber exportado a medio mundo, sigue ocupando un espacio importante dentro de la rutina nacional. De hecho, casi el 40% de la población reconoce practicarla con cierta frecuencia --el 16% incluso a diario--.

Pero si hay una comunidad en la que sus habitantes comulgan sobremanera con este hábito, esta es Extremadura. Un estudio realizado por la Asociación Española de la Cama (Asocama) y el Hospital Clínico San Carlos pone de manifiesto que los extremeños son los que con mayor frecuencia duermen un rato después de comer. Solo el 53% no lo hace nunca --frente a más del 60% de la media nacional--.

Pero ¿por qué esta afición de Extremadura a la siesta? El estudio no da respuesta concreta, pero sí apunta pistas. En primer lugar, por las dificultades para conciliar el sueño. Los extremeños son los españoles que más insomnio padecen y a los que más les cuesta dormirse por la noche --el 26% tarda más de media hora--.

Según reconocen desde el Hospital Clínico San Carlos, la población es consciente de que la calidad del sueño es un factor determinante para una buena calidad de vida, por encima de la cantidad de horas de sueño, la alimentación y la actividad deportiva. Un mal descanso afecta, sobre todo, en la concentración en el trabajo. Para la doctora María Sainz, "un mal descanso nos afecta en el estado general de ánimo y de salud a lo largo de todo el día. Las personas necesitamos dormir una media de 7 a 8 horas diarias para recuperar energías y mantener nuestra mente y nuestro cuerpo en condiciones óptimas, pero no de cualquier manera".

De hecho, este estudio revela que los habitantes de la región dicen sufrir muchas más alergias, cefaleas y dolores musculares que el resto, aunque por contra la sensación de cansancio al levantarse es mucho menor que en el resto del país. Unas circunstancias que, según los expertos, también pueden estar relacionadas con otros hábitos: se duerme siete horas diarias de media, aunque los más jóvenes llegan hasta las ocho horas y media; se prefiere hacerlo de lado que boca arriba o boca abajo; y solo la mitad disfruta de un sueño profundo y continuo, frente al otro 50% que se despierta en al menos una ocasión.

Por otro lado está la comodidad. Aunque la siesta sigue estando directamente vinculada con el sofá o el sillón y el sonido de la televisión de fondo, los extremeños están entre los que más usan la cama... para ver la televisión, leer, mantener relaciones sexuales, trabajar, estudiar o comer desde ella. Y pese a todo son los que con menor frecuencia y atención cambian de colchón --algo que los expertos recomiendan hacer cada 10 años y que solo hace la mitad de la población--.