Prudencio Exojo es uno de tantos extremeños que siendo un niño de 11 años tuvo que abandonar Extremadura y emigrar para buscar una vida mejor, en su caso a Cataluña. Pero nunca olvidó sus raíces ni aquella ciudad que le vio nacer, Villanueva de la Serena. Hace unos años recibió el mejor regalo de cumpleaños, cuando cumplió las 5 décadas de vida. Su familia logró contactar con los amigos de su niñez, y reencontrarse con su infancia, y con su pueblo, del que se ha convertido en un embajador allá por donde va.

De esta forma, lo que antes era una población desconocida a la decidió no volver porque ni las calles ni las caras coincidían con sus recuerdos, e incapaz de restablecer los lazos sus familiares, se ha convertido ahora en una cita obligada a la que acude con frecuencia. "Gracias a los amigos que redescubrí y en los que he encontrado una familia, como Joaquín, Paco o Angel".

Su presencia en Villanueva es fácilmente reconocible puesto que los vehículos en los que viaja no pasan desapercibidos. En verano es fácil verle a bordo de un Ferrari F-430 Monza Spider

F-1, tal vez, porque es un amante del "gran circo". Pero no es el único, también posee un Bentley, un Continental GP Speed y un Seiscientos; y aún le queda por cumplir otro objetivo: un Cadillac. Sin embargo reconoce que el Ferrari "es uno de los que más llama la atención, pero no es el más caro". A pesar de todo, asegura que su pasión son los coches, cualquiera, tanto que suele alquilar cada nuevo modelo que aparece para probarlo. También suele tener otros vehículos utilitarios.

Un nivel de vida que Prudencio Exojo obtiene de su empresa, una gestoría-asesoría - Cartellà- a la que él le gusta llamar "oficina técnica de servicios" con una veintena de trabajadores a su cargo. Con una amplia sonrisa asegura que pocos creen que todo salga de su negocio. Pero él desvela con una sonrisa sincera y sin ostentación que "llega del descubrimiento que hice de una línea de producto distinto". Y es que el carácter emprendedor de este villanovense y su amor por la carretera le llevó a descubrir el filón de ofrecer atención directa a sus clientes y solucionarles "in situ" los problemas de documentación de sus vehículos. Un trabajo que le obliga a recorrer España y a hacer dos o tres mil kilómetros a la semana. Aunque eso sí "estoy en casa el viernes para cenar con mi mujer y mis amigos, es uno de mis placeres".

Prudencio recuerda con tristeza la dureza de una niñez en la que vivió muchas penurias; y que han marcado su carácter. Es un hombre desprendido con los suyos; "la vida fue muy dura, aunque no pasé hambre. Eso te marca y hace que valores todo". Se emociona hasta el extremo de saltársele las lágrimas al insinuárselo. "¿Si soy espléndido? Si no lo eres con la familia y los amigos, ¿con quien si no".