TSteptiembre tiene muchos defectos. Es el mes que trae la decadencia al año que no dejará de decaer hasta que estrelle sus dígitos a final de diciembre. Suele venir con huracanes, tormentas y síndromes específicos postvacacionales que, al decir de los ubicuos psicólogos, afectan a muchísima gente. A estos pobres afectados, este año hay que sumarles los que padecen el síndrome de la ausencia --de vacaciones, de trabajo, de dinero a fin de mes, de dinero a principio de mes--, que han vuelto a aumentar en número y desesperación en esa especie de competencia a muerte que ejerce el Gobierno contra el empleo. Mustios se acercan los infantes al cole, amargos empezarán el curso los universitarios, tristones y recortados de sueldos todos sus profes. Las ciudades y pueblos se llenan de gentes pesarosas camino del otoño y de las noches largas. Puede que no te afecte lo antedicho, porque tal vez eres uno de esos escasos tipos que han sobrepasado la etapa de estudiante, no eres docente pero tienes curro y te quedan aún dos semanas de vacaciones por disfrutar. O, por casualidad, eres un raro optimista que evita cualquier contacto con la realidad. Pues sigue así. Ni se te ocurra atender al regreso de la clase política porque sí, cariño, ELLOS también han regresado. Pretenden animarnos a base de milongas que van soltando por ahí en eso que llaman inauguración del curso político y guarda un extraño parecido con los cuentos de fantasmas. Aléjate, son peores que los psicólogos y tampoco levantan el ánimo. Preserva en lo que puedas tu empleo, tu vuelta sin síndrome postvacacional, tu dinero a fin de mes, tu optimismo. Olvida, por lo que más quieras, que nos adentramos en año electoral.