El Papa Benedicto XVI acaba de dar uno de los últimos pasos para rehabilitar a la ultraconservadora Fraternidad de San Pío X, una sociedad fundada por el cismático arzobispo Marcel Lefebvre que es contraria al reformismo del Concilio Vaticano II, celebra las misas en latín y niega la validez de cualquier religión distinta a la católica. Según publicó ayer el diario italiano Il Giornale , el Pontífice ha firmado el decreto que revoca una decisión de su antecesor, Juan Pablo II, quien en 1988, tras más de una década de enormes disensiones, excomulgó a Lefebvre, a su mano derecha, Ant´nio de Castro Mayor, y a los cuatro obispos consagrados por el arzobispo que llegó a decir que durante el Concilio Vaticano II la silla de Pedro y la autoridad de Roma estaban ocupadas "por anticristos".

Los dos primeros ya han fallecido, pero no Bernard Fellay, Tissier de Mallerais, el español Alfonso de Gallareta y Richard Williamson, y en la decisión del tradicionalista Ratzinger de devolverlos al redil y zanjar el tercer cisma de la Iglesia católica en el siglo XX --tras los de las iglesias nacional checa, en 1920, y china, en 1950-- parecen haber pesado poco o nada las explosivas, xenófobas y antisemitas declaraciones de los prelados, en especial del último, quien dicho: "La vida, tal y como la conocemos, está llegando a su fin. Quizá ha llegado la hora del martirio. Quizá nuestra sangre sea necesaria para limpiar la Iglesia católica".