Médicos británicos extrajeron de forma ilegal durante cerca de 30 años miles de cerebros de personas muertas, que se utilizaron para la investigación científica sin que las familias de los difuntos se enteraran. Así lo recoge un informe del Gobierno británico que está previsto se haga público hoy.

Según adelantó ayer The Times, el informe oficial revela que los médicos de los hospitales facilitaban a los investigadores los cerebros de enfermos mentales o personas discapacitadas. Esta práctica se desarrolló entre 1970 y 1999, y se calcula que la mitad de los cerebros extraídos, unos 24.000, se encuentran todavía almacenados en hospitales británicos.

La investigación del Gobierno del Reino Unido se puso en marcha hace dos años, cuando se descubrió que el hecho de extraer y conservar cerebros de personas fallecidas era una actividad extendida en hospitales psiquiátricos y centros de personas discapacitadas. Según la actual legislación británica, no está permitido utilizar ningún órgano de un fallecido sin el consentimiento de las familias o personas responsables.