´MASTER AND COMMANDER´

DIRECTOR: Peter Weir. INTERPRETES: Russell Crowe. SALAS: Cáceres, Plasencia, Badajoz, Mérida, Don Benito, Almendralejo.

La última película de Peter Weir, condensación de dos de las novelas que conforman el ciclo de relatos marinos de Patrick O´Brian, está más cerca de Viento en la velas que de La mujer pirata . Utilizando todos los ingredientes de la película de aventuras marinas, se orienta hacia el terreno de la abstracción para narrar la historia de una obsesión.

El protagonista del ciclo novelesco de O´Brian, el capitan británico Jack Aubrey (Russell Crowe), está obstinado en dar caza a una fragata francesa mejor equipada que la suya.

Estamos en 1805, en plena guerra napoleónica, y Aubrey se extralimita en las órdenes que ha recibido y persigue el navío más allá del cabo de Hornos y las Galápagos.

El director de El show de Truman relata la historia de esta persecución oceánica con su estilo habitual, reflexivo y siempre más atento a la sugerencia que al hecho concreto. Su película es antiépica, aunque en los 10 minutos finales filma de manera magistral una refriega a cañonazos y un abordaje teñido de realista sangre.

La capacidad para seducir innata en Weir, y perfectamente demostrable en cualquiera de sus películas --en Picnic en Hanging Rock , El año que vivimos peligrosamente y Sin miedo a la vida , por ejemplo--, aparece ya en la primera secuencia, cuando la silueta del navío francés se adivina entre la niebla y, de repente, un destello rojo indica a Aubrey que se encuentran a merced de los cañones rivales.

AMPUTACION Secuencias delicadas como la de la amputación del brazo de un niño enrolado en el barco, aquella en la que Aubrey debe sacrificar la vida de uno de sus hombres para salvar al resto, el espléndido momento en que el doctor se opera a sí mismo viendo reflejada la obertura de la fea herida en un espejo, la distendida estancia en las Galápagos y la reinterpretación de la historia bíblica de Jonás y la ballena confirman el genio creativo de un director que ha hecho completamente suyo el material épico que tenía entre manos.