El último en afearle su estrechez de miras a la hora de condenar las relaciones homosexuales ha sido el exprimer ministro británico Tony Blair, un protestante que dos años atrás se convirtió al catolicismo al dejar el cargo. Blair ha declarado recientemente que el Papa mantiene sobre esta cuestión una actitud "cerrada" y menos tolerante que la de la mayoría de los católicos.

Meses atrás, Ratzinger se empleó de nuevo a fondo contra el colectivo gay comparando el daño que causan las actitudes condescendientes con las relaciones homosexuales con la destrucción de la selva virgen producida por el cambio climático. Después vendría la negativa a suscribir una declaración de la ONU en favor de los derechos de los homosexuales, que reclamaba la abolición de la pena de muerte que aún pesa sobre los integrantes del colectivo en diferentes países, bajo el pretexto de que lo que se buscaba era allanar el camino hacia los matrimonios gais. En su etapa de cardenal, Ratzinger calificó de "mal moral intrínseco" la homosexualidad.