Funcionan protegiéndose con el aislamiento. Construyen opacos complejos en la afueras de lugares como Eldorado, una pequeña localidad de menos de 2.000 habitantes en las llanuras del oeste de Tejas. En esas ciudades propias imponen su ley, una que olvida la prohibición del incesto, la poligamia y el abuso de menores. Y solo cuando alguna de sus víctimas logra superar la desconfianza hacia el mundo exterior que se le ha inculcado y denunciar, la realidad de las sectas salta a la luz.

Eso acaba de suceder en EEUU, donde, a raíz de la denuncia de abusos sexuales y físicos realizada el lunes por una menor de 16 años, las autoridades tejanas iniciaron el jueves una intervención en Anhelando Sión, un rancho de casi siete hectáreas que en el 2003 empezó a construir en Eldorado la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, una secta escindida hace más de un siglo de la iglesia mormona y con cerca de 70.000 miembros.

En total, 52 menores --las más pequeñas, de seis meses; las mayores, de 17 años-- fueron evacuadas del complejo. De ellas, 18 presentaban signos de haber sufrido abusos sexuales.