La crisis desatada por los escándalos de pederastia llevó a Benedicto XVI a afirmar ante los periodistas que el martes le acompañaron en el viaje de Roma a Lisboa que las principales amenazas que acechan a la Iglesia católica no proceden de un enemigo exterior, sino de su interior. Se refería, obviamente, a quienes han causado daños irreparables a la institución con sus conductas delictivas o cómplices, entre los que no faltan destacados miembros de la curia.

Los hombres más afines a Ratzinger se han encargado hace unas semanas de poner nombre a algunos de ellos, abriendo las primeras fisuras de consideración en la cúpula de la Iglesia desde que llegó el Papa alemán. Al portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, no le tembló la voz a la hora de decir que el comportamiento del cardenal Castrillón Hoyos, al felicitar a un prelado encubridor, se desviaba de la línea oficial de la Iglesia. Incluso añadió que la actitud de ese antiguo ministro del clero revelaba que la decisión tomada en el 2001 por Wojtyla, a instancias de Ratzinger, de centralizar la gestión de los casos de abusos en la Congregación para la Doctrina de la Fe, había sido "muy oportuna". El Pontífice actual ya se mostraba por entonces partidario de ser inflexible con los autores de abusos sexuales.

ATAQUE Pero el ataque más feroz contra los curiales que preferían maniobras de ocultación para evitar la imagen negativa que suponía airear los escándalos y castigar ejemplarmente a los culpables vino de Viena.

Christoph Schönborn, el cardenal arzobispo de la capital austriaca, alumno y amigo de Ratzinger, denunció que el actual decano del colegio cardenalicio y secretario de Estado de la Santa Sede los últimos 15 años del mandato de Juan Pablo II, Angelo Sodano, impidió crear una comisión para investigar a finales de los 90 al entonces arzobispo de Viena, Hans Hermann Groer, al que un alumno de una escuela religiosa implicó en reiterados abusos.

Schönborn ha sido el autor de otra embestida contra Sodano. Cree que el purpurado faltó al respeto de las víctimas al hablar de "murmuraciones" delante del Papa para referirse a las denuncias de pederastia.

El cardenal vienés forma parte, con el actual secretario de Estado, Tarcisio Bertone, el secretario particular del Papa, Georg Ganswein, y el propio Lombardi, del círculo más próximo a Ratzinger. Frente a esa facción que secunda las reformas que quiere impulsar el actual Pontífice en la organización del Gobierno de la Iglesia, se sitúan los antiguos pesos pesados apegados al control de sus resortes de poder.

Sodano es el más fiel exponente de esa línea. Diplomático de carrera, nuncio en Chile y amigo de Pinochet, forma parte de la vieja guardia que recibió prebendas de Marcial Maciel, según The National Catholic Reporter . Como el riojano Eduardo Martínez Somalo, también diplomático. O el actual cardenal de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, fiel escudero de Wojtyla, que tuvo un poder impropio en un secretario.