Se están perdiendo las buenas costumbres. Llegan estas entrañables fiestas y por más que buscas, los tradicionales reportajes de famoso con árbol (de Navidad) están a la baja. El más impactante de los pocos que han aparecido esta semana en las tradicionales revistas rosas es el que protagoniza Raquel Mosquera, una mujer en proceso de cuarto menguante, un cuerpo que se ha ido sacando de encima los kilos y las penas. Delgada o gorda, casada o viuda, Raquel sigue siendo la misma. Pintada como una puerta, la viuda de Pedro Carrasco aparece en la revista Lecturas con varios vestidos a cual más impactante, incluido uno del que cuelgan más bolas que en el árbol navideño del fondo.

Todo el mundo dice que Raquel es muy buena nena, prueba de ello es que no ha querido pleitear con Rociíto quien, a pesar de estar forrada por parte de madre, sólo permitió a la viuda de su padre usar el domicilio familiar, propiedad de Pedro Carrasco, durante cinco años y luego, puerta. Raquel es un trozo de pan pero de payés y quienes la convencen de vez en cuando para que aparezca en un reportaje fotográfico deberían tener piedad de ella y tratarla como tratan a la Preysler, que a esa sí le ponen un buen estilista.

Carmen Cervera, otra viuda ilustre, ha preferido realizar el reportaje navideño en una sala del Museo Thyssen de Madrid. La baronesa, que no se peina ni en Navidad, ha aprovechado la ocasión para declarar que poco antes de morir, Heini le pidió que volviera a casarse. Tanto si se casa como si vuelve a tener pareja, que parece estar en ello, Tita podrá decir que no hace más que cumplir los deseos del difunto.