Los tres adultos salvaron la vida del adolescente al sacarlo del coche. Fue lo último que hicieron antes de que una avalancha de agua se los llevara. Los tres desaparecidos, miembros de una misma familia, fueron sorprendidos en una riera de Cambrils por la tromba de agua caída la madrugada de ayer y que sembró el caos en la población.

Enric Salvador Fuentes, de 49 años, médico traumatólogo del Hospital Nostra Senyora de Meritxell de Andorra y su esposa, Maribel Artigues, de 44 años, enfermera del mismo centro hospitalario, son el matrimonio desaparecido. Tampoco hay rastro del hermano de la enfermera, Josep Ramon Artigues.

De las cuatro personas que viajaban en el coche, el que logró salvarse fue Guillem Casal Artigues, de 14 años, hijo de una anterior relación de la enfermera. A las 20.30 horas de ayer, se suspendieron las labores de búsqueda que se reanudarán hoy, con los primeros rayos de luz. Ayer colaboraron bomberos, policías, miembros de Cruz Roja, Guardia Civil, voluntarios de Protección Civil y pescadores.

Del relato del adolescente, que pasó prácticamente toda la madrugada conmocionado por el suceso, las autoridades han podido hilvanar cómo se produjo la tragedia. Mientras caía un aguacero de 154 litros por metro cuadrado y el viento superaba los 70 kilómetros por hora, la familia, ajena al peligro que se avecinaba, optó por circular con su todoterreno por un sendero asfaltado para regresar a su chalet, ya que las carreteras principales estaban cortadas por el temporal. La familia había asistido a una cena en Vandell²s-L´Hospitalet de l´Infant (Baix Camp).

"Parece que se les paró el motor en un vado, la corriente comenzó a arrastrarlos y, cuando los adultos intentaban salir después de sacar al niño, que se agarró a unas cañas, una enorme avalancha de agua los engulló", explicó Robert Benages, alcalde de Cambrils. El paso no disponía de ninguna señalización que advirtiera del riesgo de cruzarlo.

Martín Martos, un vecino, no pudo conciliar el sueño. Había una imagen que no se podía quitar de la cabeza: el adolescente empapado, llorando y pidiendo ayuda. "Chillaba que habían tenido un accidente y que el coche había volcado", comentó Martos. El reloj marcaba las 1.30 horas.

A esa hora, numerosos vecinos luchaban bajo el aguacero para achicar el agua que amenazaba viviendas y aparcamientos. Sobrecogidos, intentaron calmar al chico y llamaron a la Guardia Urbana. Una patrulla recogió al menor. "Estaba muy alterado y gritaba. Los policías le pedían que explicara qué había pasado, pero no podía", dijo el testigo.