El peligro ecológico se aleja de las costas gallegas gracias a las complejas maniobras de barcos y helicópteros que trabajaron durante dos días para remolcar al petrolero Prestige hacia alta mar. A media tarde de ayer, las autoridades anunciaron que la mejoría en el tiempo permitía moverlo a una velocidad constante de seis nudos. La previsión era que quedase fuera de aguas españolas la pasada noche. Una vez allí, será la empresa armadora la que se hará cargo del barco.

La mancha de fuel comenzaba ayer a unos 5 kilómetros de la costa y se extendía por unos 37, con una anchura de 200 metros. Está controlada con 7 kilómetros de barreras flotantes y se intenta succionar con skimmers (bocas de succión). La baja temperatura hizo que el combustible entrase en proceso de solidificación y se expandiese menos.

La operación de arrastre hacia alta mar tuvo muchas complicaciones. El viento y las corrientes arrastraron al petrolero durante la noche de ayer hasta situarlo a sólo cuatro kilómetros de la Costa da Morte, cuyos habitantes viven casi exclusivamente de la pesca y el marisqueo.

Los remolcadores no lograban impulsarlo y los cabos con los que lo intentaban se rompían, por lo que usaron tres helicópteros y seis embarcaciones. Por la mañana, el reguero de 37 kilómetros de fuel que vertió se veían desde tierra.