Hasta ahora se había determinado que el riesgo de que las mujeres sufran violencia machista es mayor en parejas con bajo nivel de estudios y de renta, sin que ninguno sean factores determinantes. Y ahora un estudio de Funcas arroja más luz y concluye que no influye tanto el nivel económico de la unidad familiar como quién de los dos miembros de la pareja perciba las rentas del trabajo. De esta forma, si ellas trabajan pero el hombre no, se incrementa el riesgo de que aparezcan los malos tratos. Las mujeres cuya pareja trabaja son mucho menos vulnerables a sufrir violencia que las que tienen cónyuges en el paro y menos aún si ellas también trabajan.

Cuantitativamente, la probabilidad de maltrato para este tipo de mujeres se reduce a menos de la mitad», concluye el informe. El resultado hace concluir a los investigadores, los profesores de la universidad Carlos III César Alonso-Borrego y Raquel Carrasco, que no basta con «empoderar» a las mujeres, término usado para referirse a la necesidad de que las féminas alcancen más cotas de poder en la sociedad y las unidades familiares. Además, esto podría tener efectos perniciosos, puesto que los datos confirman la llamada teoría del male backlash o del contraataque, según la cual cuando un varón ve cuestionado su papel como sustentador principal puede infligir violencia para reafirmar su posición dominante. «El empoderamiento - concluye por tanto Carrasco- reduce el riesgo pero si él goza de empleo».