Hay pocos olores más asquerosos en este planeta que el de la cocina de una sala de conciertos gobernada por un chef de gira inglés. ¿Es posible tocar bien tras comer esas judías? Los hábitos gastronómicos de un grupo de rock darían para un desmitificador libro de anécdotas y Alex Kapranos, cantante de los escoceses Franz Ferdinand, lo sabe. "Unas veces he comido pésimamente mal. Otras veces he comido de maravilla. Nunca he comido de manera previsible", confiesa en Sound Bites. Comerse el mundo de gira con Franz Ferdinand (451 Editores), un libro de artículos publicados en el diario The Guardian .

Kapranos narra descubrimientos gastronómicos que van de la mejor hamburguesería del mundo a un exclusivo restaurante frente al Capitolio de Washington. Se confiesa un aventurero de los sabores y lo demuestra probando cangrejos crujientemente vivos, rollos de anguila con papaya, una bebida japonesa llamada Sudor Pocari, pez globo y otras cosas que ni sabe qué son... El cantante alterna estas experiencias con recuerdos de su niñez (la primera pizza, su alergia a los cacahuetes...) y lo riega todo con anécdotas hilarantes y descripciones apasionadas y minuciosas.

El autor de Take me out fue cocinero, repartidor de curry a domicilio y camarero. Ahí donde lo ven, sabe extirpar las trompas de falopio a una gallina con las manos sin necesidad de descuartizarla. También es un experto desplumando faisanes. Nada de ello le ha quitado las ganas de seguir descubriendo sabores. Y agradece eternamente haber acudido al restaurante madrileño de Sergi Arola. "Después de los primeros años de vida hay pocas ocasiones de experimentar sensaciones completamente nuevas", dice, deslumbrado al probar su sopa de castañas con helado de beicon.

No todos en el grupo son tan atrevidos. El batería no supera el trauma de meterse una ostra en la boca y el teclista para los directos, Andy Knowles (autor de las ilustraciones), lo pasa mal ante una tapa de pulpo en San Sebastián. Hasta el propio Kapranos se lleva alguna desagradable sorpresa. Tras confirmar que las criadillas son testículos de toro, ataca: "Corto un trozo. Me lo meto en la boca. Lo mastico. Sabe igual que una bolsa de peniques verdes. No está bueno. Una exnovia mía se quejó en una ocasión del sabor que le quedaba después del sexo oral: decía que era como haber estado masticando una bolsa de peniques verdes, oxidados". Informados.

Sound bites no solo está en las antípodas de la literatura para expertos, sino que funciona como un divertidísimo libro de gastronomía on the road (de Italia a Singapur, de Croacia a Corea, de un mercadillo de Bangkok a otro de Múnich y de París a la nevera vacía de su apartamento de Glasgow), como una invitación a disfrutar probando cosas nuevas. Ah, y por cierto, como toda persona que adora la música y la comida, Kapranos tampoco soporta los restaurantes en los que hay música.